DESARROLLO HERRAMIENTAS PARA DAR UN LENGUAJE 
A NUESTRO CONTEXTO



@ROCIOMMADRID


CERÁMICA


DIARIO
INFOROCIOMADRID@GMAIL.COM


BIOSERVICIOSFOTOGRAFÍA
CREACIÓN DE CONTENIDO
DISEÑO
DOCENCIA
DIRECCIÓN CREATIVA Y ARTÍSTICA





TIENDA



Debido a la crisis de la COVID-19, la frontera de Melilla se mantuvo cerrada desde marzo de 2020 hasta mayo de 2022, bloqueando completamente
el paso de personas y mercancías a ambos lados. Este bloqueo sumergió a la ciudad en un estado de recesión. Además de actuar como parapeto para el aluvión de migrantes en tránsito a Europa, afectó a los melillenses y sobre todo a la población flotante, a todas aquellas personas que efectuaban el tránsito fronterizo a diario, agravando las condiciones económicas y sanitarias de la región.


Melilla es un proyecto documental que recoge este cambio en el tablero geopolítco, narrado desde la perspectiva de una nativa.

Muestra que formó parte de KBr Flama 23.







PALMERAS, CHURROS, BUGANVILLA Y TECHNO


FERMÍN JIMÉNEZ LANDA


Mira, al menos yo lo veo así. No veo fotos, o no solo fotos. Veo todo lo que no es foto en la foto, veo los paseos, la vida, la deriva, veo las circunstancias y en ellas veo una actitud, un gesto, una acción. Y no solo veo cosas, huelo. Huelo a gasolina adulterada, a mar, a perfume barato y a perfume caro, a fritanga, a saliva, a hibisco, a buganvilla, a huevos fritos y hachís, a menta, a monocotiledóneas, a dicotiledóneas, a estambre, a pistilo, a pétalo y otra vez a gasolina.

Igual a ella no, pero al menos a mí me hace un poquillo de gracia que Rocío se apellide ‘Madrid’ porque sus fotos sudan periferia. Periferia entendida de una manera algo desbocada. La periferia geopolítica. Que si pensamos en Melilla pensamos por antagonismo en Madrid, pero también hay periferia de la belleza, periferia de la ilusión, periferia de Europa, periferia de la juventud.

No creo que el asunto sea la belleza, pero también, o también de otro modo. Quizás de belleza también geopolítica, como los churros con té moruno que sirven en Melilla. Pura cartografía hecha con grasa, aceite requemado, nudillos hechos polvo, póster con palmeras y techno árabe sonando en el móvil.

Melilla es una encerrona de la historia. Es un espacio físico ultra-localizado, amurallado,
acotado, acordonado pero que, por supuesto, tiene suras, callejuelas, surcos por los que entra la luz
y la brisa. La relación con el espacio es otra, en especial aquellos días en los que no se pudo salir hacia Marruecos. Deambular así debe signi car otra cosa. Rocío deambula como una âneuse, esas criaturas entre míticas y reales que derivaban por las incipientes ciudades modernas hace cien años, observando, vagabundeando, buscando el ángulo ciego de la ciudad frente al orden y la funcionalidad. La racionalidad y la cartografía con las que se diseñan los países y las ciudades, esa vista de pájaro imperturbable contrasta con la vista a pie de calle.

Los recorridos de Rocío son la inversión de esa cartografía castrense, instrumento de control que dibuja a Melilla como un trofeo absurdo. Caminando aparece lo sensible y lo concreto. Caminando con Rocío aparece un hedonismo melancólico, un orgullo trash, una modernidad que no ha llegado del todo o que está oxidada, hecha polvo.

Aquí y allá encontramos coches, cochazos y bugas, motos y motos de agua, medios de transporte para estar en otro lado, lejos, donde sea, pero que también nos hablan de su dueño. No es lo mismo un Mercedes, muy connotado de una estética árabe, que una Vespino o la moto de agua que 
me hace pensar en ricachones tanto como en contrabando. Muchas de esas máquinas de deseo, desplazamiento y ostentación están deshechas, desmembradas, trituradas, carbonizadas, corroídas o incluso ausentes debido quién sabe

si a un robo o a una intervención de la grúa municipal. Conviven junto a vallas, muchas vallas, no todas son la valla, hay otras vallas. Pero por
los huecos de esas vallas se cuelan el humo de los porros, las miradas y el Rai.

Melilla es un lugar fronterizo, pero no estamos ante una mirada binaria, de Occidente contra Oriente, de centro y periferia, de lujo y miseria.
En estas fotografías todo sucede a la vez, todo es queer, marica, ambiguo, transitorio y fragmentario. Y está lleno de ausencias. Hay jirones de

ropa, pero no cuerpos; hay cicatrices, pero no accidentes; hay ruedas, pero no coches; resaca, pero no alcohol; motos de agua sin agua, ni lujo, ni verano. No están, pero lo vemos todo. Decadencia y frescura, transición, turistas de sí mismos, vertederos de vida, pretensiones y decepciones, in erno de belleza, ruinas y subidones.

DISEÑO WEB IRENE GIRONA